martes, 17 de septiembre de 2019

El hombre sin sombra (The Man Without a Shadow) de Joyce Carol Oates.



              El último libro de Joyce Carol Oates es hasta cierto punto un libro singular dentro de su trayectoria, posiblemente no el mejor dada su dificultad para el lector que quiera encontrarse con esta magnífica escritora por primera vez, y sin embargo un libro excelente que muestra bien a las claras el  torrente de imaginación especulativa y la depurada técnica que caracteriza su buen oficio.

            Como en la mayoría de sus libros Oates parte de una experiencia real, individual, la magnifica y la explora hasta encontrar "lo único" lo que la hace universal para, de esta manera, hacerla trascender y convertirla en un espejo donde el lector pueda verse reflejado.  La historia de Margot Sharpe es la de una doctora en Neuropsicología que estudia la memoria de un sujeto (E.H.), del cual acaba enamorándose y convirtiendo en el centro y explicación de su solitaria existencia. La historia está basada a grandes rasgos en la de H.M., siglas con las que fue conocido para proteger su intimidad  Henry Gustav Molaison mientras fue el objeto de estudio de la doctora Brenda Milner en Hartford. HM fue un caso muy especial dentro del campo de la Neuropsicología y su estudio permitió grandes avances en este campo. De pequeño sufría continuos ataques epilépticos hasta que fue operado del lóbulo temporal y parte de su hipocampo fue eliminado. Como digo, los ataques cesaron pero a cambio comenzó a sufrir amnesia retrógrada y anterógrada, que le permitía recordar solamente aquellas cosas sucedidas antes de la operación y lo sucedido en el presente durante un breve lapso de tiempo. En el libro de Oates esto se limita a 70 segundos y obliga a doctora y ayudantes a presentarse y repetir las mismas cosas una y otra vez.

            No quiero extenderme en cómo y en qué medida los hallazgos que el estudio de dicho sujeto hicieron avanzar la Neuropsicología, pero baste decir que algunos de estos experimentos se utilizan en el libro como elemento de ficción y, como así sucedió, se repiten y se suceden al comienzo del libro hasta el punto de que el lector puede verse avocado al aburrimiento si el funcionamiento de la memoria no es de su interés. La historia toma otro color cuando a la profesional y entregada doctora Sharpe le sucede la emocional, la personal, primero en los brazos de su mentor y luego en los de E.H., Eli, el sujeto de su investigación. Entonces empezamos a ver "lo universal", aquello de lo que hablaba al comienzo de la reseña, la lucha de la protagonista  por su objeto amado, por ser amada y correspondida en un amor que lo es todo para ella. Para ello no dudará en adoptar posiciones absolutamente antiéticas, llevar a cabo experimentos prohibidos, permitir la humillación y la traición, también el desprecio.... un abanico de pasiones humanas que Oates maneja con sabiduría.

            La historia de la doctora Sharpe es el hilo conductor de la novela, pero todos aquellos que disfrutamos de sus libros sabemos que esta trágica mujer no sería suficiente para la escritora, por eso no nos sorprende encontrar entrelazada una subtrama  donde no lo mágico, pero sí lo sombrío y lo impenetrable se cierne como elemento catalizador del suspense. La amnesia retrograda de Eli esconde un secreto que se nos desvela poco a poco y no siempre de forma confiable. El punto de vista de la narración es básicamente el de la tercera persona, a veces el observador directo, que nos permiten avanzar en la lectura con confianza, pero estos a veces se ven sustituidos por el monólogo interior y la cada vez menos fiable memoria de Eli a medida que pasan los años. De esta forma es labor del lector avezado componer la historia tal y como debió suceder.

            En definitiva, nos hallamos ante un libro estupendo con el que disfrutará todo aficionado a la buena literatura.