"El
perdón es la única manera de revertir el irreversible flujo de la Historia."
Y el verano es tiempo de perdón.
Después de la primavera y del invierno y del otoño llega el verano y con él la
certeza de que otro mundo es posible, como se dice en El Cuento de Invierno de William
Shakespeare, en una de las múltiples menciones que Ali Smith hace de la afamada
obra del dramaturgo inglés. De hecho, uno de sus personajes, Grace, es una
actriz de teatro que representa la obra con su compañía de actores amateur en
un tour veraniego por Inglaterra.
De nuevo Ali Smith recurre a sus dos
escritores de referencia, Shakespeare y
Dickens (en este caso a través de David
Copperfield), como ha hecho invariablemente a lo largo del cuarteto
estacional, para reforzar, iluminar o encuadrar desde el punto de vista
ideológico la trama de la novela. De nuevo también, las artes visuales vuelven
a tener protagonismo como expresión manifiesta del espíritu de la época: la
escultura, la fotografía, la pintura y el cine, ahora a través de Lorenza
Mazzetti, otra sin papeles que emigró a
Londres desde su Italia natal, expresan la complejidad de este ser humano que nos
habita a comienzos del S XXI.
El otro protagonista del libro, y
por extensión del cuarteto estacional, es Daniel Gluck, un emigrante, el inglés
de origen alemán cuya presencia recorre los cuatro libros. Él es la figura del
emigrante, la del muchacho encerrado en un campo de concentración, el resultado
de la mezcla de nacionalidades y religiones, el artista vagabundo, él es el
punto de encuentro entre Elizabeth, la
joven con la que traba una gran amistad en Otoño
y Art el atribulado artista inglés de Invierno,
también entre ellos y la familia Greenfield de Verano y también está en la
Florence de Primavera. Todos sin saberlo tocan algo de él, de su experiencia
vital, de su sabiduría y su personalidad.
El señor Gluck, ya al final de su
vida, en la cama de un centro asistencial, se ve asaltado por los recuerdos del
tiempo que estuvo en un centro de internamiento en la isla de Jersey junto con
otros judíos de origen alemán. Recuerda a su hermana Hannah, que trabajó para
la Resistencia consiguiendo papeles para que muchos judíos pudieran escapar de
la Alemania nazi, recuerda a su padre que finalmente sobrevivió. Estas
historias, tamizadas por el recuerdo del anciano, son contadas con gran
habilidad técnica, de forma sencilla pero hermosa y evocadora.
El libro, en la línea de los otros
tres, sigue haciendo referencia a la política del Reino Unido más actual, a la
pandemia y al omnipresente tema de la emigración, siempre al servicio de la
historia. Aquí la familia Greenfield, la madre, Grace, y sus dos hijos, Sacha y
Robert, conocen a Art y Charlotte, de Invierno, y van con él a entregar al
señor Gluck un paquete (una esfera de mármol, la cabeza con la que Smith
comienza Invierno) de parte de la madre de él, que ha fallecido y lo ha dejado
encargado en su testamento. Allí conocen a Elizabeth. La habilidad de Smith
para hacer coincidir a los personajes y hacer que unos y otros crezcan a la luz
de estos encuentros es de total asombro. En el cuarteto estacional Ali Smith
entremezcla ficción y no ficción, su
habilidad narradora, su imaginación, con
la retratista de la sociedad que le ha tocado vivir, y lo hace tan bien que ha
convertido estos cuatro libros en una experiencia lectora de disfrute e interés
compartidos a partes iguales.