lunes, 2 de mayo de 2022

Verano, de Ali Smith

 

"El perdón es la única manera de revertir el irreversible flujo de la Historia."

            Y el verano es tiempo de perdón. Después de la primavera y del invierno y del otoño llega el verano y con él la certeza de que otro mundo es posible, como se dice en  El  Cuento de Invierno de William Shakespeare, en una de las múltiples menciones que Ali Smith hace de la afamada obra del dramaturgo inglés. De hecho, uno de sus personajes, Grace, es una actriz de teatro que representa la obra con su compañía de actores amateur en un tour veraniego por Inglaterra.

            De nuevo Ali Smith recurre a sus dos escritores de referencia,  Shakespeare y Dickens (en este caso a través de David Copperfield), como ha hecho invariablemente a lo largo del cuarteto estacional, para reforzar, iluminar o encuadrar desde el punto de vista ideológico la trama de la novela. De nuevo también, las artes visuales vuelven a tener protagonismo como expresión manifiesta del espíritu de la época: la escultura, la fotografía, la pintura y el cine, ahora a través de Lorenza Mazzetti, otra sin papeles que emigró  a Londres desde su Italia natal, expresan la complejidad de este ser humano que nos habita a comienzos del S XXI.

            El otro protagonista del libro, y por extensión del cuarteto estacional, es Daniel Gluck, un emigrante, el inglés de origen alemán cuya presencia recorre los cuatro libros. Él es la figura del emigrante, la del muchacho encerrado en un campo de concentración, el resultado de la mezcla de nacionalidades y religiones, el artista vagabundo, él es el punto de encuentro entre  Elizabeth, la joven con la que traba una gran amistad en Otoño y Art el atribulado artista inglés de Invierno, también entre ellos y la familia Greenfield de Verano y  también está en la Florence  de Primavera. Todos sin saberlo tocan algo de él, de su experiencia vital, de su sabiduría y su personalidad.

            El señor Gluck, ya al final de su vida, en la cama de un centro asistencial, se ve asaltado por los recuerdos del tiempo que estuvo en un centro de internamiento en la isla de Jersey junto con otros judíos de origen alemán. Recuerda a su hermana Hannah, que trabajó para la Resistencia consiguiendo papeles para que muchos judíos pudieran escapar de la Alemania nazi, recuerda a su padre que finalmente sobrevivió. Estas historias, tamizadas por el recuerdo del anciano, son contadas con gran habilidad técnica, de forma sencilla pero hermosa y evocadora.

            El libro, en la línea de los otros tres, sigue haciendo referencia a la política del Reino Unido más actual, a la pandemia y al omnipresente tema de la emigración, siempre al servicio de la historia. Aquí la familia Greenfield, la madre, Grace, y sus dos hijos, Sacha y Robert, conocen a Art y Charlotte, de Invierno, y van con él a entregar al señor Gluck un paquete (una esfera de mármol, la cabeza con la que Smith comienza Invierno) de parte de la madre de él, que ha fallecido y lo ha dejado encargado en su testamento. Allí conocen a Elizabeth. La habilidad de Smith para hacer coincidir a los personajes y hacer que unos y otros crezcan a la luz de estos encuentros es de total asombro. En el cuarteto estacional Ali Smith entremezcla ficción y  no ficción, su habilidad  narradora, su imaginación, con la retratista de la sociedad que le ha tocado vivir, y lo hace tan bien que ha convertido estos cuatro libros en una experiencia lectora de disfrute e interés compartidos a partes iguales.