" Montañera de anaqueles,
siempre respiro a pleno pulmón cuando me asomo a esas cordilleras de papel y
polvo."
Aunque en este blog normalmente
escribo sobre ficción, en esta ocasión voy a salirme de la norma porque acabo de
leer este magnífico ensayo (Premio Nacional de Ensayo 2020) sobre el libro, contado de una manera tan
amena que bien podría considerarse en parte un relato. Ya conocía a Irene
Vallejo por sus artículos periodísticos pero ahora además sé que esta concienzuda
filóloga es además una tejedora de relatos excelente, digna heredera de
aquellas mujeres que devanaban historias al mismo tiempo que hacían girar la
rueca.
De El infinito en un junco podría decirse que es la crónica de un
viaje, el que realiza el libro desde sus comienzos en la cuenca del Nilo
gracias a la urdimbre de los juncos que allí nacían hasta la actualidad. Viajando
desde el pasado hacia el presente, Irene Vallejo hace un repaso de la historia
del libro al que vincula con los avatares históricos de la humanidad. Se acerca
al origen de la escritura, al valor que se le daba, su hallazgo como elemento
unificador, aunque en sus comienzos solo tuviera una finalidad práctica,
comercial.... Dedica muchas páginas a los griegos, la gran cultura que modeló
el Mediterráneo y a los romanos, la máquina bélica que llegó a los confines del
mundo conocido. Se detiene particularmente en Alejandro Magno y su visión
globalizadora del mundo, y con él en los Ptolomeos y el esplendor de la
Biblioteca de Alejandría. Ensalza la gran labor de los monasterios al salvar el
pensamiento antiguo en aquellos maravillosos códices adornados con miniaturas
durante la oscuridad de la baja Edad Media y da la bienvenida a la imprenta
como punto de partida para la expansión y difusión de los libros, para la democratización de la lectura tal y
como ha llegado a nuestros días.
Otros libros se habían ocupado antes
de los orígenes del libro, pero ningún autor hasta ahora había sabido darle esa
estructura de relato, de cuento, que engancha desde las primeras hojas. Se
aleja la autora de un estilo academicista para llegar mejor al lector, consigue
escribir páginas muy amenas al contarnos los entresijos de la historia, los
usos y costumbres entorno al libro de los clásicos y anécdotas interesantes ya
sean por lo escandalizadoras o por su poder para abrir los ojos (para mí, por
ejemplo, ha sido sorprendente saber que mis admirados Séneca y Cicerón no eran
tan perfectos como yo creía). Ha sido muy interesante saber también cómo
funcionaron las primeras librerías. Esos objetos preciosos por los que se pagaban
enormes sumas de dinero eran objeto de deseo de ladrones y traficantes, e Irene
Vallejo hace de estas y otras historias un relato, un cuento contado con la
soltura de un cuentista y la erudición de una filóloga, añadiendo algunos
apuntes personales e ideas propias, convirtiendo en aventura la erupción del Vesubio,
la estancia en el palacio de Cleopatra o el escenario de la muerte de Hipatia.
El
infinito en un junco es sobre todo un homenaje al libro, "el más asombroso de los inventos
humanos", dijo Borges. No falta aquí mención de los que predijeron la
destrucción de los libros, tal y como los conocemos, pero según la autora es un
error pensar que cada novedad borra y reemplaza las tradiciones. ¡Acercaos a
sus páginas y disfrutad de una historia que no tiene fin!