viernes, 23 de abril de 2021

Klara y el sol, de Kazuo Ishiguro


 "- A veces debe estar bien no tener sentimientos. Te envidio.

- Creo que tengo muchos sentimientos. Cuanto más observo, más sentimientos acumulo"

            "Una nunca sabe cómo saludar a una invitada como tú. Después de todo, ¿eres una invitada? ¿O te trato como a una aspiradora? Esto es lo que le dice a Klara uno de los personajes del libro cuando la conoce: la inseguridad en el trato nace de las dudas acerca de un ser artificial sumamente perfeccionado.

            Klara es una AA (Amiga Artificial) alimentada con energía solar, una de esas AA que compran los padres a sus hijos mejorados para contrarrestar su soledad. Klara es una AA muy especial dentro de las de su clase, capta y entiende las emociones humanas con facilidad, vemos cómo acierta, gracias a una inteligencia también excepcional, a comprender las emociones de los humanos con los que va a convivir y las relaciones que establecen entre ellos. De una forma inteligente a la vez que naif va desgranando poco a poco el tumultuoso mundo de la casa donde ha sido llevada: la relación hiperprotectora y culpable de la madre hacia Josie, la hija de 14 años a la que Klara ha de acompañar, la ausencia del padre, la fiel dedicación de la sirvienta, la estrecha relación de la niña con Rick, un niño no mejorado....

            Desde el principio intuimos que la enfermedad de Josie tiene que ver con su "mejoramiento" pero nunca llegamos a saber el mal que le aqueja. No importa. No es necesario. Lo principal son los temas que subyacen bajo la trama: los autómatas inteligentes que parecen van a poblar nuestro futuro, nuestra relación con ellos, su relación con nosotros. En este punto Klara parece estar más cerca de David, el autómata de AI de Spielberg, porque es un ser inocente que cree en un poder sobrenatural (el sol para Klara, el Hada Azul para David) al que pueden dirigirse y rogar buscando una solución (no diré cuál). Además de los protagonistas de la narrativa, Klara y David son amistosos, nunca se rebelan, están al servicio de los humanos y se sienten felices de estarlo:  no tienen necesidades, su plenitud reside en el servicio que puedan prestar a un ser humano.

            Todos o casi todos hemos leído Nunca me abandones, el libro que Ishiguro publicó en 2005 y que también está situado en un mundo futuro. Con Kathy, la protagonista, también comparte Klara algunos puntos en común. Si en aquella novela se creaban androides con el fin de servir de reservorio para futuros implantes de órganos a humanos, los AA en Klara y el sol son creados para contrarrestar la soledad de esos adolescentes crecidos sin relacionarse con otros, que estudian con profesores particulares a través de sus rectángulos y que asisten a fiestas preparadas por sus padres con el único fin de que aprendan a interactuar antes de ir a la Universidad. La docilidad, la amabilidad, la lealtad o la fe son algunos de los rasgos comunes entre Klara y Kathy, sin embargo Kathy muestra una suerte de melancolía que la hace vulnerable y que por tanto invita al lector a empatizar con ella, un sentimiento del que no dispone Klara y que impide por tanto que la estimemos tanto como al otro androide. O quizás no sea tanto así ya que su  traumático final nos entristece hasta lo más profundo.

            La sencillez del título, Klara y el sol, tiene reminiscencias de otros títulos de libros, libros escritos para niños en los que los autores cuentan bajo una apariencia inocente (el sol, el agua, los animales....) realidades difíciles de digerir para ellos. Klara, a pesar de ser muy inteligente, desconoce los motivos que mueven el alma humana: el amor, la ira, la tristeza, la soledad.... tampoco la muerte. Así la conocemos al principio del libro, cuando, desde el escaparate de  la tienda donde se expone, observa a los humanos y  aprende observándolos. Klara cambia cuando experimenta el mundo: aprende sobre estos sentimientos pero sigue manteniendo la actitud de un niño: la lealtad y la fe en sus mayores. Es ella la narradora y ello, contar con un narrador externo, permite al autor y a nosotros mismos encararnos con nuestras debilidades y nuestras pequeñas grandezas.

            En definitiva, siendo Klara y el sol un magnífico libro que toca temas interesantísimos, creo sinceramente que la belleza de Nunca me abandones sigue siendo imbatible.