jueves, 11 de febrero de 2021

Incógnito: Las vidas secretas del cerebro, de David Eagleman


 

" Si existe algo parecido al alma, como mínimo está irreversiblemente enredada en los detalles microscópicos"

            David Eagleman es un reconocido neurocientífico americano  que, más en  la estela de Oliver Sacks  que del afamado Benjamín Labatut (Un verdor terrible ccyberdark.net ), ha convertido la ciencia en algo asequible para los que no somos entendidos en la materia. Fruto de esta habilidad para comunicar contenidos complejos de una manera amena e interesante nació este libro, que fue publicado por Anagrama allá por 2013 (en 2017 publicaría El cerebro, un éxito aún mayor).

            No sabría decir por qué no leí este libro en su momento, supongo que por el motivo de siempre, tantos libros acumulados y tanto por leer, aunque esta vez creo que influyó también el temor a no poder entenderlo en su complejidad, la Neurociencia es un campo atrayente sí, pero realmente complejo.

            El libro está dividido en siete capítulos donde explica, muestra, ejemplifica y desarrolla conceptos muy interesantes como la conciencia, el libre albedrío, la responsabilidad individual, la percepción de la realidad, el cerebro dividido que toma decisiones... No se cansa de hacer similitudes o comparaciones (somos como peces en el agua, como no conocemos otra cosa, es muy difícil que podamos explicarla), hallar ejemplos que defiendan aquello que dice, citar fuentes y especialistas... La conclusión es aplastante cuando defiende que nuestra realidad depende de nuestra biología: nuestra vida interna y nuestras acciones externas están guiadas por cócteles biológicos que no conocemos directamente.

            No defiende sin embargo el reduccionismo, sino todo lo contrario, defiende que la complejidad de las interacciones de los genes con el entorno dan lugar a individuos únicos, completamente originales, con diferentes experiencias vitales, alegrías y tristezas, conversaciones o experiencias educativas. Una mezcla muy compleja y que seguirá siéndolo probablemente durante mucho tiempo. Aunque la mente depende de la integridad de las neuronas, éstas no piensan por sí solas, advierte, el cerebro mantiene una constante comunicación de ida y vuelta con los sistemas endocrino e inmunológico. Este sistema nervioso superior es a su vez inseparable de los entornos químicos que influyen en su desarrollo., incluyendo la alimentación, los contaminantes en la atmósfera...etc.

            ¿Cómo definiríamos entonces el yo? La mejor manera de entenderlo es verlo como la cúspide de una montaña, pero no es toda la montaña, y añade: aunque se investiga mucho, tardaremos todavía en entender la relación entre la materia física y la experiencia subjetiva.

            Es un libro científico pero a la vez muy narrativo en el que cuenta relatos de experimentos llevados a cabo y de sucesos y personajes extremadamente llamativos, como también hacía Oliver Sacks, esto lo convierte en un libro magnífico, que recomiendo encarecidamente.

sábado, 6 de febrero de 2021

A corazón abierto, de Elvira Lindo


 

"¿Pero no son

 Todos los Hechos

Sueños

Tan pronto como los

Hemos Superado?"




Con este poema de Emily Dickinson iniciamos la lectura y con este título entramos de lleno en la doble vertiente de este libro:  la profunda confesión personal que la autora va a llevar a cabo y el anticipo del momento más relevante de su vida, cuando su madre, que padecía una enfermedad del corazón, muere ocasionando difíciles momentos para una familia ya de por sí difícil.

            En A corazón abierto Elvira Lindo hace un relato autobiográfico de la familia en que nació, en particular de sus padres y de la intensa pasión que les unió. Sabemos de sus abuelos y del lugar de donde procedían porque explican muchas cosas a cerca de sus padres, que son los auténticos protagonistas. En particular el padre cuya vida deshila con una mirada audaz e incisiva pero siempre teñida del amor que le profesó. Literaturiza su vida (la historia familiar no deja de ser un relato porque escoge lo que va a contar, toma hechos y descarta otros de los que no da cuenta alguna aunque sí fueran importantes: por ejemplo, su abuela se niega a pagar la operación de su madre, ¿qué tipo de consecuencias trajo consigo esa decisión? No lo sabemos) y teje con palabras un relato hábil, sincero, nacido de un esfuerzo obvio por contar desde la objetividad del recuerdo, a veces dulcificado, muchas veces fascinante, ella misma seducida por el hombre duro, cruel, vanidoso y arrogante que fue pero también por el hombre imaginativo, sociable, honrado, luchador y frágil, afligido con la debilidad de los gigantes y siempre perseguido por el temor infantil a la soledad:  el hombre que se agarra a su familia para no caer en la depresión, aunque esto siembre dolor a su alrededor.

            La literatura, es decir las palabras que envuelven la historia del padre desde que a los 9 años es enviado a Madrid a ganarse la vida con una tía que no le da ningún afecto, es también protagonista de la historia familiar. Los días de hambre y soledad, la sensación de desamparo y abandono  que lo marcarían para siempre  son relatados con pulso frenético, audaz, valientemente, dejando un reguero de imágenes en la mente del lector que no puede hacer otra cosa que seguir, queriendo saber más y más. Elvira Lindo conoce bien su oficio y es por eso que al final del libro, después de la muerte del padre, se extiende contando la infancia dolorosa del chico en Madrid. Tanta soledad, tanto dolor sufrido y percibido en aquel Madrid recién salido de la guerra no pudo sino hacer de aquel chico un hombre antes de tiempo. Gracias a su inteligencia para los números pudo formarse, salir adelante y formar una familia de clase media española típica de los años 70, con coche, con casa y con vacaciones. Es transparente el amor de la autora por su familia, especialmente por ese padre complejo, difícil, imperfecto... el padre humano, divertido, protector, cruel y duro en ocasiones, es decir, humano hasta la extenuación.

            El padre comparte el protagonismo de la historia (aunque en menor medida) con la madre. Los recuerdos de ella son en gran medida abarcables, limpios, esclarecidos, como vistos a través de una pompa de jabón. Su muerte, cuando la autora es todavía una adolescente, marcaría su entrada en la edad adulta y se convertiría en la chispa que detonó la unidad familiar. Cada hermano buscaría la salvación por su cuenta y a ella le tocaría, por ser la más pequeña, quedarse en la casa familiar, sola, porque su padre volvería a casarse en un año y se iría a vivir lejos de ella. Hay momentos para confrontar a la madre por no haberla dejado crecer, por su sumisión al marido, por ese amor extremo que le profesaba, al igual que hacía él, un amor excluyente, que volvería celosa a nuestra autora y explicaría esa infancia y adolescencia que vivió sumida en la angustia y en una agudísima responsabilidad. Hay también mucho análisis personal en este libro. Elvira Lindo se retrata a sí misma y se explica a través de las relaciones con su familia, recuerda muchas de sus manías y obsesiones pasadas y presentes y recurre a una amiga psicóloga y a una psiquiatra para explicarlas en relación con su experiencia familiar.

            En las 382 páginas del libro publicado por Seix Barral en 2020 hay de todo, recuerdos, memorias, confesión personal, indagaciones, inferencias lógicas, intuiciones acreditadas por la realidad de lo acontecido... que pueden resultar más o menos inconcebibles para alguno de sus lectores, pero eso es lo de menos porque no merman un ápice la brillante ejecución de un libro que te arrastra a leer hasta que lo terminas.