"Imperaba una atmósfera de abatimiento, como de una sabiduría marchita. Siempre parece que es octubre allí, un octubre frío y nublado."
Tetralogía científica
es el título con el que Alfaguara ha publicado en un solo volumen un grupo de
cuatro novelas a medio camino entre la biografía y la historia y aderezadas con
mucho de creatividad literaria. John Banville las publicó de forma
independiente (Copérnico en 1976, Kepler en 1981, La carta de Newton: un
intermedio en 1982 y Mefisto en 1986), fruto de su interés por la historia y de una forma de entender el mundo que no
excluye los números de las letras, sino todo lo contrario, muestra aquí cómo
ambos saberes se entrecruzan en las vidas de algunos de los más importantes
científicos que ha dado la historia.
En Copérnico Banville evoca la vida de un hombre tímido, avasallado
por su hermano, para el que el conocimiento es una fórmula de descanso de los
avatares de la vida a la vez que un intento de encontrar el orden del universo.
En esta magnífica novela entendemos al hombre y entendemos al científico, que
no quiere enfrentarse a la ciencia medieval pero que no puede evitar ver la
verdad que los números le muestran.
Kepler
es un hombre incluso menos afortunado, mendigando el favor de los mecenas para proseguir sus
estudios y enfrentándose a una esposa y a una sociedad que se las apañan para
impedirle llevar a cabo su tarea de investigación. Finalmente consigue llegar a
publicar su obra magna, a pesar de la guerra, de los enfrentamientos religiosos y de las disputas familiares.
En la tercera novela, Banville ficcionaliza
el colapso psicológico que sufrió Newton
en 1693 en la figura de un personaje, un
novelista que está escribiendo una biografía sobre el científico, que también
sufre su crisis particular en medio de la campiña irlandesa donde se ha
refugiado para escribir.
Mefisto
es la última y más novelada. El protagonista, Gabriel Swan, es un matemático
superdotado. A lo largo de la novela se
suceden los acontecimientos que derivan en un horrendo final, es el precio que
ha de pagar para poder entregarse a su vocación.
El estilo en Banville es casi todo.
Las novelas son magníficas pero no alcanzarían el nivel de prestigio del que
gozan si no fuera por la forma de contar. La prosa elegante y brillante del
escritor se pone al servicio de la historia, pero en ningún momento pasa
desapercibida, destaca con brillo propio: las metáforas, los símiles, las
paradojas, las sinestesias y personificaciones, el lirismo (a veces sucio) de
sus descripciones... todo ello envuelve la escritura y la perfecciona para
regocijo de los lectores.
No os perdáis este libro. Es grueso
y pesado pero que eso no os desanime, da para largas tardes de lectura gratificante.