"Hablar
con uno mismo puede ser útil. Y escribir significa que te escuchen"
Contemplaciones es una colección de seis
pequeños ensayos (alguno sólo consta de un par de páginas) escritos antes y
durante la pandemia, en Londres y en Nueva York, donde la autora enseña en la
Universidad. En estas sencillas páginas Zadie Smith reflexiona sobre sí misma y sobre los
demás en un periodo de nuestra existencia del que con toda seguridad no
saldremos indemnes. No hablo sólo de las secuelas físicas de aquellos
desafortunados que hayan podido contagiarse sino de las secuelas psicológicas,
no tan obvias pero no por eso menos relevantes.
La escritora reflexiona en primer
lugar sobre sí misma. Esta sobresaliente ensayista (tenéis que leer Feel Free, donde la crítica cultural
brilla con más fuerza, reseñado también en este blog), que ha convertido la
duda en el pedestal sobre el que construir sus magníficas intuiciones, indaga
en Peonías sobre la escritura. El
acto de escribir es un acto de resistencia a la vida real, dice, un esfuerzo por controlar lo que sucede: es
algo a lo que el escritor debe someterse para crear ese engañoso molde en el
que presentar la ficción. Luego, en Algo
que hacer, se pregunta si la vida no es sino una forma de llenar el tiempo,
algo que los escritores hacen escribiendo. Sigue indagando en su experiencia
personal cuando confiesa lo que significó y significa ser mujer y reconoce lo biológico
y lo social como elementos que se complementan en su instancia vital. Reconoce la curiosidad que le despierta la gente y fruto
de ella son sus impresiones sobre las personas que la rodean: el hombre de
manos fuertes al que acude a recibir masajes o el que se desplaza en silla de
ruedas haciendo oír su versión de la pandemia.
El penúltimo ensayo es el más largo
y el de mayor crudeza desde mi punto de vista. Termina con una postdata (El
desprecio como virus) donde una mirada profunda se funde con su imaginación
para crear un paralelismo entre el COVID y el virus del racismo. La historia de
George Floyd, que encontró la muerte bajo la rodilla de un policía, corre
paralela a la del virus y pone al descubierto la enfermedad subyacente. El
racismo es un virus que infecta iglesias, escuelas, anuncios, películas,
libros.... Se extiende por el cuerpo hasta enfermarlo, es por tanto una
enfermedad estructural cuyo DNA es la pobreza. Su falta de esperanza en que las
cosas vayan a cambiar es lo que más me alarmó porque ¿qué nos queda si no es la
fe?.
De nuevo os animo a leer este
sencillo librito, que os permitirá reflexionar con la autora sobre cuestiones
de índole cotidiana y otras que no lo son tanto. Los beneficios de su venta,
por cierto, irán a parar a una institución que lucha contra las secuelas del
covid.