domingo, 18 de octubre de 2020


 

Basilisco, de Jon Bilbao

"Todo era motivo de asombro y confusión"

            Jon Bilbao, y voy a hablar de un autor insuficientemente reconocido aunque se trate de uno de los mejores cuentistas españoles actuales, consigue escribir con Basilisco (Impedimenta, 2020) un magnífico libro a medio camino entre la ficción y lo autobiográfico, entre el presente y el pasado.

            El presente es  la historia de un ingeniero que se traslada a California donde conoce a su futura mujer, Katharina,  y todo el proceso que lleva a la disolución del amor y a su vuelta a España en busca de sus raíces, de su infancia. El pasado es John Dunbar, un antepasado de un compañero de trabajo de Katharina, que encarna lo más genuino del Oeste americano: trampero, buscador de oro en Virginia, veterano de la guerra de Secesión, guía de una extraña expedición cultural al desértico territorio de los mormones.... Dunbar es un hombre huraño, violento y temido. Sus andanzas por esos desérticos parajes y el uso de lo onírico y la metáfora recuerdan inevitablemente al Meridiano de Sangre de Cormac McCarthy (como han sabido ver también otros lectores; en universodepocos.blogspot encontramos también referencias a este detalle) y de la misma forma que en este magnífico libro, en Basilisco el desierto se convierte en un personaje más, un espejo de su protagonista, de su desolado e inhóspito  interior, de su vacío, de su crueldad. Basilisco es como lo llaman, un nombre mítico para un hombre que se ha convertido en leyenda.

            Bilbao es un gran renovador del cuento, territorio ya de por sí libre, pero agrandado ahora con una narrativa que mezcla la historia, el ensayo, la fantasía, el terror o la ciencia ficción en una prosa sencilla y desnuda, con la que el autor pretende crear un falso sentido de objetividad, hacernos creer en un narrador fiable y honesto que no nos defraudará. Y no lo hace. Basilisco se puede leer como un conjunto de relatos o como una novela, no importa, lo importante es entrar en ese mundo imaginario, en esa cueva de la infancia donde se guardan prodigios insospechados.

            Basilisco es el último libro de Jon Bilbao, no sé si el mejor, pero os recomiendo su lectura; es una oportunidad excepcional de acercarse a su mundo narrativo, a un escritor que se caracteriza por su ambición de narrar, de contar y este gusto se nota, y se lo agradecemos.

 

 

lunes, 12 de octubre de 2020

La ciudad solitaria, de Olivia Laing


"Muchas cosas han surgido de la ciudad solitaria: cosas forjadas en la soledad, pero también cosas que funcionan para redimirla."



 La ciudad solitaria (Capitán Swing) es el tercer libro de la escritora inglesa Olivia Laing.  Como en sus libros anteriores, To The river: A Journey Beneath the Surface y The Trip to Echo Spring: On Writers and Drinking (Ático de los libros), mezcla investigación, análisis y biografía; como ella misma dice, hubiera sido difícil conectar con estos artistas si no hubiera pasado por la misma experiencia, el problema del alcohol en su familia o su propia experiencia de la soledad en una gran ciudad después de ser abandonada abruptamente por su pareja. Comienza el libro preguntándose cómo conectamos con otra gente. Sin ser ni la única ni la última persona en hacerse esta pregunta, ella se dispone a averiguarlo a través de las artes visuales y limitándose al entorno de la ciudad. Lo hará en ocho capítulos a través de diversos  artistas.

            Laing construye su libro mezclando sus propias vivencias, su soledad en la ciudad de Nueva York, con la vida de estos artistas con los que comparte infancias tristes o solitarias, familias desestructuradas o entornos hostiles para el crecimiento en un intento de explicar la compleja relación entre la soledad y el arte. En una feliz metáfora, la autora define la soledad como estar hambriento cuando todo el mundo a tu alrededor está preparándose para un festín y reflexiona sobre cómo el sentimiento de vergüenza y alarma que proyecta el solitario, y su consciencia de ello, hace que se sienta más aislado todavía, más solo y distanciado.

            Laing comienza con el famosísimo Edward Hopper, de quien se dice que es el pintor de la soledad, entendida en este caso como estar expuesto al tiempo que aislado de los demás; expuesto a su juicio, particularmente cuando estar solo se siente como raro o extraño.  Nighthawks es un buen ejemplo de esta visión, los protagonistas del cuadro están completamente aislados unos de otros y al mismo tiempo expuestos como en un acuario a la mirada de otros.

            Continúa con el no menos famoso Andy Warhol, en el que reconocemos la soledad del que se siente no deseado, del que es excluido de los círculos sociales. Para el hijo de unos inmigrantes judíos, tímido, gay y poco agraciado, sentirse singular no fue una gran hazaña, sí lo fue convertir su vulnerabilidad en virtud y pasar a ser el artista más deseado de underground neoyorkino. Su uso de la tecnología para llegar a los demás sin verse expuesto lo convertiría en un adelantado del hiperconectado mundo actual.

            La soledad de David Wojnarowic, igual que la de  Henry Darger, proviene de su pasado, de una infancia abusiva, de una soledad lacerante unida a la que se impuso a sí mismo al ver sus deseos como únicos y vergonzantes.  A Henry Darger además lo convirtió en asocial y lo llevó a crear un corpus artístico sobre cuya moralidad la crítica todavía hoy no se pone de acuerdo. Al hablar de Klaus Nomi  vuelve a incidir en las consecuencias devastadoras que tuvo para la comunidad gay el sida, la soledad producida por el estigma y el abandono de la sociedad. Zoe Leonard le sirve para tratar el tema de la soledad y la pérdida, dos cosas que van íntimamente ligadas: "La existencia física es solitaria por naturaleza, metida en un cuerpo que avanza inexorablemente hacia la decadencia"

            La autora cierra su análisis aseverando que el arte no tiene que tener una función reparadora, como tampoco la tiene que tener de ser hermoso o moral, la cura para la soledad radica en estar bien con uno mismo y reconocer que hay elementos procedentes del exterior que nos afligen y excluyen contra las que debemos luchar: no debemos avergonzarnos de reconocer que necesitamos a los otros. Hay que normalizar la soledad, combatir el estigma y la vergüenza que rodea al que está solo, viene a decir, sin embargo no lo hace  hablando de la soledad de las personas comunes, sino de aquellas estigmatizadas por el sexo, la infancia o la sociedad, y cómo eso se ha visto reflejado en su obra artística. En este sentido comprendo que los lectores que fueran buscando verse reflejados aquí se hayan sentido decepcionados, Laing ha preferido indagar en seres especiales, artistas, gente dotada de una sensibilidad extrema para ver y sentir de una manera más penetrante, para convertir su intimidad en una obra de arte. Es un libro que ha conseguido gran aceptación por parte de crítica y público y que ya va por la segunda edición en esta jovencísima editorial tan comprometida con la crítica y el pensamiento.