
La
niña perdida es el cuarto y último volumen de la serie de cuatro libros que
Elena Ferrante empezó con La amiga
estupenda, reseñado más abajo. Esta serie que cuenta la vida de Lenú y
Lila desde la infancia hasta la madurez teniendo como telón de fondo la Italia
de los años cincuenta sesenta y setenta, y más concretamente la ciudad de Nápoles,
es mucho más que la historia de una amistad debido a eso, pero también debido a
otros elementos que enriquecen la ficción hasta convertir su lectura en una
apasionante experiencia que nadie debiera perderse.
La maestría narradora de la autora
se consuma en su habilidad para entretejer muchas otras historias alrededor de
la de las dos amigas, que la enriquecen y la ensanchan, convirtiéndola en un
fresco de la Italia de aquellos años, del engranaje del poder, del trabajo de
las editoriales, de la efervescencia política, del compromiso de los jóvenes y
su deseo de cambio, del despegue de la emancipación femenina, de las exigencias
del matrimonio y de los hijos, e impregnándolo todo la violencia y la
corrupción, que se cuela en sus familias
y entre los amigos del barrio de Nápoles donde nacieron.
Qué profundidad al retratar
psicológicamente a sus personajes, qué sutileza al analizar sus emociones, qué
sabiduría al analizar la relación entre las dos mujeres, huyendo siempre del
maniqueísmo, mostrando certeramente su personalidad poliédrica, compleja, qué
disfrute dejarse seducir por su escritura. No voy a desvelar el argumento, a todos nos gustan las sorpresas.