"¿Pero no son
Todos los
Hechos
Sueños
Tan pronto como los
Hemos Superado?"
Con este poema de
Emily Dickinson iniciamos la lectura y con este título entramos de lleno en la
doble vertiente de este libro: la profunda
confesión personal que la autora va a llevar a cabo y el anticipo del momento más
relevante de su vida, cuando su madre, que padecía una enfermedad del corazón,
muere ocasionando difíciles momentos para una familia ya de por sí difícil.
En A corazón abierto Elvira Lindo hace un relato autobiográfico de la
familia en que nació, en particular de sus padres y de la intensa pasión que
les unió. Sabemos de sus abuelos y del lugar de donde procedían porque explican
muchas cosas a cerca de sus padres, que son los auténticos protagonistas. En
particular el padre cuya vida deshila con una mirada audaz e incisiva pero
siempre teñida del amor que le profesó. Literaturiza su vida (la historia
familiar no deja de ser un relato porque escoge lo que va a contar, toma hechos
y descarta otros de los que no da cuenta alguna aunque sí fueran importantes: por
ejemplo, su abuela se niega a pagar la operación de su madre, ¿qué tipo de
consecuencias trajo consigo esa decisión? No lo sabemos) y teje con palabras un
relato hábil, sincero, nacido de un esfuerzo obvio por contar desde la
objetividad del recuerdo, a veces dulcificado, muchas veces fascinante, ella
misma seducida por el hombre duro, cruel, vanidoso y arrogante que fue pero
también por el hombre imaginativo, sociable, honrado, luchador y frágil, afligido
con la debilidad de los gigantes y siempre perseguido por el temor infantil a
la soledad: el hombre que se agarra a su
familia para no caer en la depresión, aunque esto siembre dolor a su alrededor.
La literatura, es decir las palabras
que envuelven la historia del padre desde que a los 9 años es enviado a Madrid
a ganarse la vida con una tía que no le da ningún afecto, es también
protagonista de la historia familiar. Los días de hambre y soledad, la sensación
de desamparo y abandono que lo marcarían
para siempre son relatados con pulso
frenético, audaz, valientemente, dejando un reguero de imágenes en la mente del
lector que no puede hacer otra cosa que seguir, queriendo saber más y más. Elvira
Lindo conoce bien su oficio y es por eso que al final del libro, después de la
muerte del padre, se extiende contando la infancia dolorosa del chico en
Madrid. Tanta soledad, tanto dolor sufrido y percibido en aquel Madrid recién
salido de la guerra no pudo sino hacer de aquel chico un hombre antes de
tiempo. Gracias a su inteligencia para los números pudo formarse, salir
adelante y formar una familia de clase media española típica de los años 70,
con coche, con casa y con vacaciones. Es transparente el amor de la autora por
su familia, especialmente por ese padre complejo, difícil, imperfecto... el
padre humano, divertido, protector, cruel y duro en ocasiones, es decir, humano
hasta la extenuación.
El padre comparte el protagonismo de
la historia (aunque en menor medida) con la madre. Los recuerdos de ella son en
gran medida abarcables, limpios, esclarecidos, como vistos a través de una
pompa de jabón. Su muerte, cuando la autora es todavía una adolescente,
marcaría su entrada en la edad adulta y se convertiría en la chispa que detonó
la unidad familiar. Cada hermano buscaría la salvación por su cuenta y a ella
le tocaría, por ser la más pequeña, quedarse en la casa familiar, sola, porque
su padre volvería a casarse en un año y se iría a vivir lejos de ella. Hay momentos
para confrontar a la madre por no haberla dejado crecer, por su sumisión al
marido, por ese amor extremo que le profesaba, al igual que hacía él, un amor
excluyente, que volvería celosa a nuestra autora y explicaría esa infancia y
adolescencia que vivió sumida en la angustia y en una agudísima responsabilidad.
Hay también mucho análisis personal en este libro. Elvira Lindo se retrata a sí
misma y se explica a través de las relaciones con su familia, recuerda muchas
de sus manías y obsesiones pasadas y presentes y recurre a una amiga psicóloga
y a una psiquiatra para explicarlas en relación con su experiencia familiar.
En las 382 páginas del libro
publicado por Seix Barral en 2020 hay de todo, recuerdos, memorias, confesión
personal, indagaciones, inferencias lógicas, intuiciones acreditadas por la
realidad de lo acontecido... que pueden resultar más o menos inconcebibles para
alguno de sus lectores, pero eso es lo de menos porque no merman un ápice la
brillante ejecución de un libro que te arrastra a leer hasta que lo
terminas.
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