martes, 21 de abril de 2020

Me llamo Lucy Barton, de Elizabeth Strout



"Pero esta es mi historia. Esta. Y mi nombre es Lucy Barton"

            Elizabeth Strout es una escritora ya muy conocida para los lectores gracias a su novela Olive Kitteridge (Premio Pulitzer 2009) y más aún por la adaptación que de ella hizo HBO para la televisión (que también os recomiendo, con la siempre maravillosa Frances McDormand como protagonista)
            Sé que llego tarde para hacer la recensión de esta novela. Ha tenido que ocurrir un confinamiento en el más estricto sentido del término para obligarme a poner al día tantas lecturas retrasadas. Nietszche decía algo así como "un hombre leído hasta la ruina", pues algo así, pero en versión femenina.
            La novela de Elizabeth Strout gira en torno a la relación afectiva  entre la protagonista, cuyo nombre da título al libro, y su madre. Lucy está en el hospital aquejada de una enfermedad sin diagnosticar y su madre, a la que hace años que no ve, pasa cinco días con ella haciéndole compañía. En este pequeño marco,  donde aparecen en ocasiones su médico y las enfermeras que la atienden, Lucy indaga en su pasado desde su infancia en una pequeña granja de Illinois hasta el momento actual, casada y con dos hijas, convertida ya en la escritora que quería ser.
            El libro avanza entre las historias contadas por la madre y la de la propia Lucy. A través de ellas conocemos la solitaria infancia llena de privaciones, el hambre, el frío  y lo que era más duro aún el rechazo social que producía la pobreza en que vivían. El trastorno psicológico  que sufre el padre tras volver de la Segunda Guerra Mundial, la represión emocional  de la madre (es incapaz de decirle a su hija que la quiere) en su lucha por la supervivencia, la exclusión social.... Lucy intenta darle sentido a todos aquellos recuerdos, sin acritud, sin sentimentalismo, con un  distanciamiento protector que impide que la historia caiga en el drama. Más bien al contrario, asombra la lucidez y la neutralidad con la que narra la escasez económica, cultural y emocional en la que vivió durante tantos años.
"La soledad fue lo primero que saboreé en mi vida, y estuvo siempre allí, escondida en las hendiduras de mi boca recordándomelo"
            Los libros ahuyentaron esa soledad que la convertiría en escritora (recuerda cómo se quedaba leyendo después de la escuela para poder disfrutar del calor que hacía allí hasta que el conserje la echaba). De gran ayuda fue también los consejos que le brinda una escritora ficticia, Sarah Payne, a cuyas clases de escritura creativa asiste durante un tiempo inespecífico. "Be ruthless", le dice, es decir, sé inflexible, dedícate a ello sin concesiones y no te preocupes por la historia que estás contando "sólo tendrás una. Escribirás tu única historia de maneras diferentes". Lucy intenta contarnos su historia de diferentes maneras en efecto y lo hace desde una mirada bondadosa, a veces cándida, otras perspicaz, usando un lenguaje desnudo, sencillo, que alude directamente a lo representado para exponerlo sin tapujos, ajena a noción alguna de vergüenza,  rencor u odio.
            Al final, cuando su madre muere y su matrimonio se acaba, cuando sus hijas arremeten contra ella por haberse ido.... todo ello se refina y condensa en eso, su historia.
            Olive Kitteridge fue adaptada a la televisión y Lucy Barton ha sido llevada al teatro. Parece asombroso cómo los personajes creados por esta escritora reclaman para sí mismos nuevas versiones y adaptaciones. No lo será tanto si consideramos que uno de los más firmes elogios que se pueda hacer de la literatura sea la capacidad que tiene de permitirnos entrar en la vida de alguien para entendernos mejor a nosotros mismos.

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