jueves, 23 de julio de 2020

Todo es posible, de Elizabeth Strout


"Todos nosotros queremos un público. Si hacemos algo y nadie lo sabe. ¿Lo hicimos?"

         No voy a deciros que este libro es continuación de Me llamo Lucy Barton, reseñado en este mismo blog en el mes de abril, pero sí que es una indagación más profunda en los personajes y en la historia que nos contó entonces. Es eso y más. Es una historia de historias, es una novela que no nace de la memoria de Lucy pero eso es lo de menos, porque Strout no sólo quiere contarnos qué fue de aquellos seres humanos, quiere contarnos de todos aquellos que tienen en común la lucha, la fatiga para salir adelante en medio de los acontecimientos más  adversos.
         Sister es la historia central. Al fin, después de tantos años, Lucy vuelve y los tres hermanos se reúnen en la casa familiar. Recuerdan y el recuerdo se vuelves doloroso y catártico a la vez. Ellos, los Barton, eran American trash, es decir lo más bajo de la sociedad americana, vivían en un garaje helado y se alimentaban de la basura de los contenedores. El padre de Lucy sufría las secuelas de la guerra y la madre, modista, era dura, casi inhumana, en su ansia de supervivencia. Lucy consigue escapar y llegar a Nueva York donde se convierte en una afamada escritora gracias a un libro que es memoria viva de su infancia. En un tour de promoción, diecisiete años después, vuelve a Amgash, su pueblo, y si pensaba que con su huída había conseguido la redención total, estaba muy equivocada, basta una conversación con su hermana mayor para que le dé un ataque de pánico y tenga que volver a toda prisa a Nueva York.
         El grueso del libro lo componen las historias de personajes que sólo conocimos de forma tangencial en su anterior novela: sus primos y tíos, el conserje del Instituto donde estudiaba, su compañera de escuela Patty... A través de ellos y de sus parientes y amigos se va conformando la verdadera historia de Lucy, desde otros puntos de vista que la enriquecen y que la amplían. De este modo también dejan de convertirse en personajes tangenciales para ser protagonistas de su propias historias, convirtiéndose Lucy en un escenario, a veces en un catalizador, otras en objeto de reflexión y esclarecimiento. Hablando de reflexión no puedo pasar por alto la función que cumple el paisaje, un personaje más. La descripción del mundo natural: las praderas de Illinois, el viento, el horizonte, las diferentes tonalidades que adquiere la luz del sol a lo largo del día y  del año,,, (el mar en Mississippi Mary)... son protagonistas de muchas páginas y forman parte del fondo espiritual de estos personajes.       En una entrevista a Elizabeth Strout ella misma reconoce la importancia que el mundo físico tuvo en su infancia, aislada de otros niños, el bosque de su New Hampshire natal se convirtió en su mejor amigo. Esta confesión  me lleva a pensar que la protagonista de Snow-blind (el único relato que no es original) pudiera tener algo de la propia autora, y así desafiar mi primera idea, la de creer que esta historia era la única del libro que no tenía nada que ver con la de Lucy Barton. Por supuesto, esta idea no era desde el principio del todo cierto, hay un hilo conductor a lo largo del libro que enlaza a todo estos personajes y los convierten en un todo: el aprendizaje producto de la experiencia, del tiempo que desgrana apuntes que nos llevan a ver, a entender mejor. ¿No es esta nuestra máxima aspiración? Ojalá todo estuviera en la vida real tan atado como en una novela. Pero ¿qué más podemos pedir? Es literatura, es ficción, es una obra de arte. Ni más, ni menos.
         No quiero finalizar esta reseña sin hacer referencia al título del libro. Si Sister ocupa una posición central en la novela, Gift la cierra. La traducción al español es regalo u obsequio, y de eso se trata, del obsequio que un personaje menor, un actor en horas bajas (que sin embargo se convierte en el oráculo a través del cual la autora analiza con perspicacia la psicología de los seres humanos), hace a Abel, el regalo de una verdadera amistad y si este regalo le puede llegar a él en ese momento al final de su vida, todo es posible para cualquiera.



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