sábado, 6 de noviembre de 2021

Shuggie Bain, de Douglas Stuart


 "Lo único que puedes salvar es a ti mismo"

            Shuggie Bain, Booker Prize de 2020, es la historia de Shuggie y su desesperada lucha por salvar a su madre del alcoholismo. Shuggie es un niño cuando empieza la novela pero no por ello deja de sufrir las consecuencias de tener una madre  alcohólica a la que adora. A medida que transcurre la novela entendemos por qué. Agnes es una hermosa mujer, que consigue mantenerse digna en su pobreza, incluso dentro de la pesadilla a la que la somete su poderosa adicción al alcohol. Es admirable también en la lucha que ella misma sostiene a lo largo de su vida adulta, por eso sufrimos con ella las desgracias que le ocurren, sentimos esperanza en los intervalos en los que consigue escapar de la bebida, odiamos a los hombres de los que se enamora y que la manipulan para sus intereses, hombres egoístas y machistas que sólo aspiran a tener su belleza.

            El entorno en el que sobrevive  Shuggie, su madre y sus dos hermanos es el del Glasgow más pobre y desolado, el Glasgow de la reconversión energética de la señora Thatcher. Al principio del libro la familia vive con los abuelos maternos en las torres de pisos de uno de los barrios obreros más deprimidos de la ciudad. y ya desde el comienzo sabemos del modo de vida de sus gentes, de su pobreza, de los cupones de ayuda del gobierno con los que sobreviven los cientos de hombre jóvenes y parados del barrio, de la tristeza y la desesperanza que se ha apropiado de sus habitantes, de cómo sumergen en alcohol el dolor cotidiano de vivir, y de cómo éste les fuerza a las acciones más miserables. Cuando el nuevo marido de Agnes, el taxista Shug por el que ha abandonado al padre de sus dos hijos mayores, traslada a la familia a un poblado  minero donde han cerrado todas las minas, sabemos que las cosas no pueden ir sino a peor. La dependencia de Agnes se vuelve ya total y el sufrimiento de la familia alcanza cotas de espanto.

            En medio de tanta miseria, sólo el relato entrañable que Douglas Stuart hace de este niño y su madre salva a la novela de caer en un realismo extremo difícil de digerir. La inocencia del niño homosexual, la debilidad de su hermosa madre, la desorientación de los seres que pululan por el relato, son retratados con ternura, no hay crueldad ni sarcasmo, solo suciedad  y tristeza.

            Es un libro muy bien escrito y estructurado, no puedes dejar de leerlo, eso explica que lo haya terminado, porque hay veces que sientes que no puedes más, la desesperanza te atrapa y ves imposible que tanto el niño como la madre puedan liberarse de la pobreza y la miseria física y moral que los rodea. Es un libro que,  en contra de lo que a simple vista pudiera deducirse de esta reseña, recomiendo por estar bien escrito y por su tremenda humanidad.

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