"Yo no diferencio entre vicios. Los vicios más pequeños se pueden convertir en delitos muy fácilmente, es sólo un asunto de graduación."
La propia autora
reconoce en una entrevista en The New Yorker (3-7-2023) que escribió The
Fraud
con la intención de que Dickens (sus huérfanos, sus largas descripciones...) no
se concretara en su novela, aunque en realidad su influencia sea más larga de
lo que a un escritor le gustaría reconocer. Otra cosa que me llamó la atención
es su declarada convicción de que, viviendo en Inglaterra, un escritor siempre
acabaría escribiendo una novela histórica, ya que los ingleses parecen estar mesmerizados
por el pasado. Ambos aspectos atañen a este libro directamente.
Alrededor de 2022
la autora se encontró con una historia del S XIX sobre un juicio, de los más
largos de la historia judiciaria británica, en la que Arthur Orton, un
carnicero de Wapping, reclamó ser sir Roger Tichborne, el perdido heredero de
la familia Doughty-Tichborne. Era 1873 y la reclamación se hizo muy famosa
básicamente porque el principal testigo era un ex-esclavo jamaicano llamado
Andrew Bogle, que había trabajado para los Tichborne e insistía en reconocer al
carnicero como el auténtico heredero. El público apoyó al testigo y ambos se
convirtieron en héroes nacionales.
Esta historia le
pareció magnífica a la escritora y doce años después se sentó a escribirla. En
un principio la sola idea le asustó por la cantidad de investigación y esfuerzo
que requería, sin embargo pronto dio con el escritor William H. Ainsworth, que
aparece junto con otros literatos de la época victoriana como Tackeray o el
propio Dickens, un personaje curioso pero ella se interesó más por su ama de
llaves, Eliza Touchet, que es la auténtica protagonista en esta intensa relación
habida entre Jamaica e Inglaterra durante el SXIX.
La novela es a veces
divertida, siempre interesante y muy documentada. Los personajes principales,
Ainsworth, Eliza Touchet y Andrew Bogle están perfectamente perfilados, sus conversaciones
son sostenidas, vivaces... La narración recrea el pasado con más intensidad,
desde mi punto de vista, cuando Bogle cuenta su vida en Jamaica, es entonces
cuando la habilidad narrativa de Zadie Smith se muestra más poderosa. Su
narración del juicio además no es menos habilidosa al traer sobre el papel
otros temas como el feminismo, las clases sociales, el poder de la ficción o la
complejidad de las relaciones humanas. Ella misma reconoce que esta historia le
ha servido para examinar nociones de identidad y verdad que siempre han
aparecido unidas a su manera de escribir.
Es asombroso cómo
la lectura de esta novela se hace ágil y ligera a pesar de su longitud y la consistencia
de los temas tratados; combina brillantemente investigación y ficción lo que sin
duda atraerá a cualquier amante de la novela histórica.
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