martes, 24 de noviembre de 2020

El infinito en un junco, de Irene Vallejo


" Montañera de anaqueles, siempre respiro a pleno pulmón cuando me asomo a esas cordilleras de papel y polvo."

            Aunque en este blog normalmente escribo sobre ficción, en esta ocasión voy a salirme de la norma porque acabo de leer este magnífico ensayo (Premio Nacional de Ensayo 2020) sobre el libro, contado de una manera tan amena que bien podría considerarse en parte un relato. Ya conocía a Irene Vallejo por sus artículos periodísticos pero ahora además sé que esta concienzuda filóloga es además una tejedora de relatos excelente, digna heredera de aquellas mujeres que devanaban historias al mismo tiempo que hacían girar la rueca.

            De El infinito en un junco podría decirse que es la crónica de un viaje, el que realiza el libro desde sus comienzos en la cuenca del Nilo gracias a la urdimbre de los juncos que allí nacían hasta la actualidad. Viajando desde el pasado hacia el presente, Irene Vallejo hace un repaso de la historia del libro al que vincula con los avatares históricos de la humanidad. Se acerca al origen de la escritura, al valor que se le daba, su hallazgo como elemento unificador, aunque en sus comienzos solo tuviera una finalidad práctica, comercial.... Dedica muchas páginas a los griegos, la gran cultura que modeló el Mediterráneo y a los romanos, la máquina bélica que llegó a los confines del mundo conocido. Se detiene particularmente en Alejandro Magno y su visión globalizadora del mundo, y con él en los Ptolomeos y el esplendor de la Biblioteca de Alejandría. Ensalza la gran labor de los monasterios al salvar el pensamiento antiguo en aquellos maravillosos códices adornados con miniaturas durante la oscuridad de la baja Edad Media y da la bienvenida a la imprenta como punto de partida para la expansión y difusión de los libros,  para la democratización de la lectura tal y como ha llegado a nuestros días.

            Otros libros se habían ocupado antes de los orígenes del libro, pero ningún autor hasta ahora había sabido darle esa estructura de relato, de cuento, que engancha desde las primeras hojas. Se aleja la autora de un estilo academicista para llegar mejor al lector, consigue escribir páginas muy amenas al contarnos los entresijos de la historia, los usos y costumbres entorno al libro de los clásicos y anécdotas interesantes ya sean por lo escandalizadoras o por su poder para abrir los ojos (para mí, por ejemplo, ha sido sorprendente saber que mis admirados Séneca y Cicerón no eran tan perfectos como yo creía). Ha sido muy interesante saber también cómo funcionaron las primeras librerías. Esos objetos preciosos por los que se pagaban enormes sumas de dinero eran objeto de deseo de ladrones y traficantes, e Irene Vallejo hace de estas y otras historias un relato, un cuento contado con la soltura de un cuentista y la erudición de una filóloga, añadiendo algunos apuntes personales e ideas propias, convirtiendo en aventura la erupción del Vesubio, la estancia en el palacio de Cleopatra o el escenario de la muerte de Hipatia.

            El infinito en un junco es sobre todo un homenaje al libro, "el más asombroso de los inventos humanos", dijo Borges. No falta aquí mención de los que predijeron la destrucción de los libros, tal y como los conocemos, pero según la autora es un error pensar que cada novedad borra y reemplaza las tradiciones. ¡Acercaos a sus páginas y disfrutad de una historia que no tiene fin!


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