lunes, 14 de octubre de 2019

Los Testamentos (The Testaments), de Margaret Atwood





"Hoy en día ves el atuendo, sabes lo que significa"
    
   Como la propia autora reconoce en los Agradecimientos de este libro, hubo una pregunta que se hizo reiterativa: ¿Cómo cayó Gilead?. También tuvo que serlo ¿qué le ocurrió a Nicole?, y a los que no vieron la serie de Hulu, ¿qué fue de Defred?
         A estas y a otras preguntas se responde en esta secuela del famoso libro de  Margaret Atwood, El cuento de la criada, (a quien no lo haya leído, le recomiendo que visite el apartado Si no sabes qué leer, deja que te aconseje, en este mismo blog). Casi 35 años han pasado entre uno y otro libro y la autora ha saciado la curiosidad de sus lectores  construyendo una historia que no empieza donde lo había dejado, sino aproximadamente 16 años después, a través de las palabras de tres narradoras bien diferentes: Tía Lydia, que escribe el Ológrafo de Casa Ardua, donde viven las Tías, Agnes, que nos cuenta lo que ha devenido de aquella sociedad totalitaria y puritana construida sobre la violencia, y Nicole, que nos proporciona la perspectiva de una joven que vive en Canadá y por tanto conoce Gilead desde fuera.
         Lo más interesante del libro  son los capítulos del ológrafo (testamento autógrafo) donde Tía Lydia cuenta cómo se formó Gilead además de los entresijos del poder corrupto que la dirige. Como es habitual, Margaret Atwood exhibe una prosa precisa y sobria para contar detalladamente cómo cazaron y redujeron a las mujeres usando el miedo, la suciedad y la traición para destruir la dignidad humana, tal y como ocurrió con los judíos antes de ser llevados a los campos de concentración.
         Agnes y Nicole, mucho más jóvenes que tía Lydia, no saben nada de todo eso, pero su perspectiva de las cosas enfrenta al lector con el día a día de una adolescente en Gilead en el caso de Agnes (la escuela, los secretos de familia, las Martas, su boda concertada...) y el de otra, Nicole, en Canadá, que, caprichosa, es incapaz de valorar la libertad que disfruta en un país libre. Sus vidas se entrecruzan (¡no quiero hacer spoiler!) y es en este relato donde la narración pierde credibilidad. La historia de salvación de las dos chicas resulta un tanto chocante y hay detalles (como cuando Nicole tiene que aprender defensa personal, que luego le viene "divinamente" para solucionar un problemilla) que atentan contra la suspensión de la incredulidad.
         En una entrevista que dio a la CBS, M. Atwood cuenta que la única condición que puso a los guionistas de la serie El cuento de la criada, fue que todo hubiera ocurrido alguna vez. Ella misma insiste en que cada atrocidad ha ocurrido en algún sitio del mundo. Esto es así en Los Testamentos en la historia de la detención de las mujeres que cuenta tía Lydia y en  el relato de la red que se crea entre Gilead y Canadá para sacar a las mujeres de aquel país. Este es un elemento ficticio basado en otro real, el Ferrocarril Subterráneo, una red clandestina que sirvió para sacar a los afroamericanos de los estados esclavistas a otros estados de Estados Unidos o a Canadá, como cuenta Colson Whitehead en una magnífica novela  de 2016 así titulada.
         Margaret Atwood es una escritora reconocidísima en el mundo anglosajón (más de 60 libros publicados, más de 8 millones de copias  vendidas de El cuento de la criada...) es una mujer reconocida y conocida, que a pesar de su edad usa como nadie las redes sociales y los medios de comunicación. Esta condición le ha servido para defender causas como el medio ambiente, la democracia, la libertad individual.... Sobre esto vuelve a insistir en su libro, la importancia de la lectura y la escritura ( a las mujeres, excepto a las Tías, no se les permite aprender; es otra forma de control sobre ellas) como fuente para alcanzar el conocimiento, la verdad, y por tanto la libertad. Se le ha preguntado si el libro es una advertencia... puede leerse como una advertencia desde mi punto de vista.



A nadie se le escapa que el traje de las Criadas tiene un gran parecido con el de las mujeres de los Puritanos que llegaron a Estados Unidos huyendo de la persecución religiosa en Europa. La propia autora recuerda que se inspiró para crearlos en un producto de limpieza de su infancia donde se ve a una mujer con un vestido largo y cofia blanca. Hoy en día este traje ha servido para llevar a cabo numerosas protestas feministas.

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