"La
utopía de Adam enmascaraba una pesadilla"

Charlie Friend, de unos treinta años
aproximadamente, es un antropólogo que apenas se gana la vida jugando en el
mercado de divisas online. Desde el principio reconoce tener debilidad por los
robots, los androides, y eso explica que se gaste toda la herencia de su madre
en conseguir uno, un hermoso Adam (las Evas se habían acabado). No es menos
importante en su decisión saber que Alan
Turing, que ha participado en su diseño, tiene otro. Y sí, Alan Turing vive en
este mundo alternativo, donde convive felizmente con su novio y con el que
llega a mantener una intensísima conversación acerca de la Inteligencia
Artificial.
Alan Turing se hizo famoso en vida por
descifrar Enigma, el código secreto de los Nazis en la Segunda Guerra Mundial.
Además fue un gran físico y matemático que puso los cimientos de la
Inteligencia Artificial. El test de Alan Turing, que serviría para demostrar si
las máquinas pueden pensar, ha servido
de inspiración a muchas películas de ciencia ficción, desde el famoso test de
Voight-Kampff (más avanzado) en Blade
Runner a la más reciente Ex-Machina
de Alex Garland.
Volviendo al libro, Charlie está
enamorado de Miranda (Sí, una referencia a La Tempestad; habrá más), su vecina
del piso de arriba. Cuando ésta conoce a Adam comienza la historia
verdaderamente. Un menage à trois sorprendente, a veces divertido, que da pie a
que disfrutemos del legendario ingenio y astucia de McEwan a la hora de
construir un relato. Puedo entender que a alguien no le haya gustado el libro,
pero aún así habrá de coincidir conmigo que nunca terminamos una novela de
McEwan sin saber algo más; y es que las preguntas que plantea, el debate que
procura y las dudas que levanta son sello de la casa (y si no, baste recordar las
últimas, Cáscara de nuez o La ley del menor). Además el argumento
es de lo más ingenioso, la inocente Miranda resulta no ser tal, algo que el
superdotado androide sabe antes que nuestro protagonista. Esto favorece el
suspense y acrecienta, junto con otros detalles, la sensación del protagonista
de no estar a la altura. Los celos, la envidia, el rencor que siente no son
sino consecuencia de este sentimiento de inferioridad. Como el propio Alan
Turing había dicho:
"Nos gusta pensar que el hombre
es, en una forma sutil, superior al resto
de la creación. Es mejor si puede ser mostrado como necesariamente superior, porque entonces no está en peligro de perder su posición dominante"
El pasado de Miranda,
un niño abandonado, un padre con Alzheimer...No quiero desvelar el argumento,
pero sí destacar el hecho de que la humanidad de Adam se hace cada vez más
patente a medida que el libro avanza; gana en humanidad, pero también en
perfección, en virtuosidad moral, en
lógica... de modo que al mismo tiempo resulta más inhumano. Y esta parece ser
la reflexión con la que el autor parece querer terminar: son nuestras
imperfecciones las que nos hacen humanos.
¿Y qué ocurre con
Adam? Os voy a dar una pista. Me basta con unos versos de su amado Shakespeare
(¡no ha podido McEwan evitar dotarlo de su misma debilidad!):
"Time hath, my lord,
a wallet at his back,
Wherein he puts alms
for oblivion"
Oblivion, el
olvido, esto es lo que le preocupaba. ¿Nos suena?
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