"Yo había cedido todo el control de mi vida a este sentimiento de una tormenta aproximándose y a la alegre certidumbre de que demolería todo lo que conocía"
En esta misteriosa
novela de Catherine Lacey la viuda de X, MC Lucca, decide emprender la
biografía de su mujer fallecida como reacción a la que ha publicado un tal Mr
Smith, que está llena de falsedades. A medida que investiga, las antiguas
certidumbres se convierten en dudas pavorosas.
A partir de la muerte
de X Lucca indaga en los orígenes de esa misteriosa mujer que fue su esposa.
Para ello nos lleva a los Territorios del Sur, una parte escindida de Estados
Unidos en 1945 después de que una mujer socialista ganara las elecciones, una
parte que es mucho más conservadora ultrarreligiosa y retrograda de lo que uno cabria
esperar en aquellos tiempos. Allí se entrevista con los que la conocieron,
incluidos sus padres y su hijo quienes la dieron por muerta en un atentado que
el grupo radical del que formaba parte llevó a cabo en una fábrica de
explosivos.
La historia de X se
va dando a conocer a través del testimonio de conocidos, amigos y amantes y
para ello Lacey rompe con todos los moldes del género subsumiendo la realidad
en la ficción. X colabora con Tom Waits o Connie Converse en Estados Unidos,
con Bowie en Alemania o con Carla Bonzi en Italia sin que el principio de
credibilidad se vea amenazado; mezcla el reportaje, el documental, la
biografía, la historia o la ucronía en un todo que genera en el lector interés,
sí, pero también asombro e incertidumbre
ante lo que está sucediendo.
X es una artista
multitalento que desarrolla su arte en varios escenarios, el de las
exposiciones, las instalaciones, la escritura o la música. En cada una de ellas
adopta un nombre diferente y una personalidad diferente: Dorothy Eagle, Clyde
Hill, Bee Converse, Martina Riggio... son personajes en diferentes partes de
Estados Unidos, Italia, Alemania, cada uno de ellos olvidado del anterior. Su
idea más transgresora acerca del arte es que éste "es una expresión de la
sociedad de la que emerge, no del artista en sí mismo", lo cual parece
contradecir su interés por ser reconocida, recibir atención, despertar
controversia... vender, en suma. Todo antes que ser malinterpretada o ignorada.
Escoger X entre
todos los nombres posibles obedece a la idea de acoger bajo un solo nombre
múltiples identidades. Bajo este interés personal se halla la idea fundacional
de que el año o lugar de nacimiento no importa, el pasado no importa y el
presente es ficticio porque la realidad no importa. Esa es la razón por la que
decide suspender el uso de sí misma, no se considera el actor dentro del cuerpo
sino la audiencia de las escenas que su cuerpo lleva a cabo.
El libro abunda,
sobre todo al final, en esta clase de reflexiones y divagaciones, las cuales
cuando no alternan con un ritmo ligero y ameno como el que se da en la mayor
parte de libro, devienen farragosas y
entorpecen la lectura. Y este es para mí el aspecto negativo del libro,
y es que el final se hace largo cuando la escritora continúa balanceándose en
este tipo de disquisiciones durante demasiado tiempo.
Dicho esto,
recomiendo el libro por su originalidad y porque leyéndolo vamos a obtener esa
clase de experiencia que conseguimos cuando nos hallamos ante una lectura que
no es fácil; el desafío, la perturbación, la elucubración, la rendición, el
esfuerzo, el asombro.., esas emociones que a todos nos gusta sentir cuando nos
cuentan una historia.


